Un poema de Daniel De La Vega
Chileno (1892-1971)
Hay en la vida humana una oculta frontera
En donde abre los ojos nuestra propia verdad
Allí no languidece nunca la primavera
Y nuestras manos palpan aguas de eternidad
La vida arde con fuegos de la lampara votiva
Que no habrá viento adverso que la pueda apagar
Y nuestra alma sedienta de las cosas de arriba
Duerme en una dulcísima actitud de volar
Cuando el hombre atraviesa la frontera ignorada
Nuevas estrellas surgen en sus noches desiertas
Y el cosmos y el espíritu y el átomo y la nada
Se le entregan leales como manos abiertas…
Yo voy trepando aquellas solitarias pendientes
Buenas almas empujan mi barca sobre el mar ..
En el viento presiento rastros de alas ardientes
Huellas de pensamientos tan altos y esplendentes
Que mi espíritu pobre no los puede abarcar ..
Ilusiones pequeñas ,vanidades humanas
Mentiras y rencores todo se queda atrás
Están clareando apenas las primeras mañanas
De unos días enormes ¡Yo quiero subir mas¡…
Tristeza de la tierra ¡Que yo he querido tanto¡
Y que no he de volver a sentirla jamás …
¡No importa ¡. Unas sirenas me atraen con su canto
Que viene de la altura ¡Yo quiero subir mas¡
Mis manos se despiden temblando de ternura
Los hombres ,los amores ,todo se queda atrás …
Contemplo por vez ultima la angosta senda oscura
Y despliego las alas cara a cara a la altura
¡Yo quiero subir mas¡. ¡Yo quiero subir mas¡.