Manuel Acuña (1849-1873) Mexico
¡Y bien aquí estas ya…sobre la plancha
Donde el gran horizonte de la ciencia
La extensión de sus límites ensancha.
Aquí donde la rígida experiencia
Viene a dictar las leyes superiores
A que esta sometida la existencia.
Aquí donde derrama sus fulgores
Ese astro a cuya luz desaparece
La distinción de esclavos y señores.
Aquí donde la fábula enmudece
Y la voz de los hechos se levanta
Y la superstición se desvanece.
Aquí donde la ciencia se adelanta
A leer la solución de ese problema,
Cuyo solo enunciado nos espanta.
Ella que tiene la razón por lema
Y que en sus labios escuchar ansia
La Augusta voz de la verdad suprema.
Aquí está ya… tras de la lucha impia
En que romper al cabo conseguiste
La carcel que al dolor te retenía.
La Luz de tus pupilas ya no existe.
Tu máquina vital descansa inerte
Y a cumplir con el objeto se resiste.
! Miseria y nada más! Dirán al verte
Los que creen que el imperio de la vida
Acaba donde empieza el de la muerte.
Y suponiendo tu misión cumplida
Se acercarán a ti, y en su mirada
Te mandarán la eterna despedida.
Pero, !No¡ Tu misión no está acabada,
Que no es la nada el punto en que nacemos
Ni el punto en que morimos es la nada.
Círculo es la existencia, y mal hacemos
Cuando al querer medirla le asignamos
La cuna y el sepulcro por extremos.
La madre es solo el molde en que tomamos
Nuestra forma, la forma pasajera
Con que la ingrata vida atravesamos.
Pero ni es esa forma la primera
Que nuestro ser recibe, ni tampoco
Será su última forma cuando muera.
Tu sin aliento ya, dentro de poco
Volverás a la tierra y a su seno
Que es de la vida universal el foco.
Y allí,a la vida en apariencia ajeno
Al poder de la lluvia y el verano
Fecundará de germenest tu cieno.
Y al ascender de la raíz al grano,
Iras del vergel a ser testigo
En el laboratorio soberano.
Tal vez para volver cambiado en trigo
Al trite hogar donde la triste esposa
Sin encontrar un pan sueña contigo.
En tanto que las gritas de tu fosa
Verán alzarse de su fondo abierto
La larva convertida en mariposa.
Que en los ensayos de su vuelo incierto
Ira al lecho infeliz de tus amores
A llevarle tus ósculos de de muerte.
Y en medio de esos cambios interiores
Tu cráneo lleno de una nueva vida,
En vez de pensamientos dará flores.
En cuyo cáliz brillará escondida
La lágrima tal vez con que tu amada
Acompañó el adiós de tu partida.
La tumba es el final de la jornada.
Porque es la tumba es donde queda muerta
La llama en nuestro espíritu encerrada
Pero en esa mansión a cuya puerta
Se extingue nuestro aliento, hay otro aliento
Que de nuevo a la vida nos despierta.
Allí acaba la fuerza y el talento
Allí acaban los goces y los males
Allí acaban la fe y el sentimiento.
Allí acaban los lazos terrenales
Y mezclados el sabio y el idiota
Se hunden en la region de los iguales.
Pero allí donde el ánimo se agota
Y perece la máquina alli mismo
El ser que muere es otro ser que brota.
El poderoso y fecundante abismo
Del antiguo organismo se apodera
Y forma de el otro organismo.
Abandona a la historia justiciera
Un nombre sin cuidarse, indiferente,
De que ese nombre se eternice o muera.
El recoge la masa únicamente,
Y cambiando las formas y el objeto
Se encarga de que viva eternamente.
La túmba solo guarda el esqueleto
Pues la vida en su bóveda mortuoria
Prosigue alimentándose en cecreto.
Que al fin de esta existencia transitoria
A la que tanto nuestro afán se adhiere,
La materia, inmortal como la gloria
Cambia de forma, pero nunca muere.