Argentina.
Atahualpa Yupanqui
La partícula cósmica que navega en mi sangre
Es un mundo infinito de fuerzas siderales.
Vino a mi tras un largo camino de milenios,
Cuando, tal vez, fui arena para los pies del aire.
Luego fui la madera. Raíz desesperada.
Hundida en el silencio de un desierto sin agua.
Después fui caracol…quien sabe donde.
¡Y los mares me dieron su primera palabra!
Después la forma humana desplegó sobre el mundo
La universal bandera del músculo y la lágrima.
…y creció la blasfemia sobre la vieja tierra.
Y el azafrán, y el tilo, y la copla y la plegaria.
Entonces vine a America para nacer en hombre,
Y en mi junte la Pampa, la selva y la montaña.
¡Si! Un abuelo llanero galopó hasta mi cuna,
Otro me contó historias en su flauta de caña.
Yo no estudio las cosas ni pretendo entenderlas.
Las reconozco, es cierto, pues antes viví en ellas.
Conversó con las hojas… en medio de los montes
Y me dan mensajes las raíces secretas.
Y así voy por el mundo, sin edad ni destino.
Al amparo de un cosmos que camina conmigo.
¡Amo La Luz, y el río, y el silencio, y la Estrella.
Y florezco en guitarras porque fui la madera!